El camino hacia la Paz. Palabras de Yanette Bautista en la Ceremonia de entrega del Premio

14/12/2012 16:20

Erik Arellana (dcha) con Yanette Bautista al lado de los embajadores de Francia (izquierda) y Alemania (centro).

Sr. Embajador de Francia, Sra. Martine e hija, Sr. Embajador de Alemania y Sra., Francoise, Sr. Holleck,  invitados especiales.
Para la Fundación para los Derechos Humanos Nydia Erika Bautista es un honor recibir de sus manos este Premio, lo agradecemos de corazón por representar un reconocimiento a la gravedad de miles de desapariciones forzadas no resueltas en el país y a la larga lucha de las organizaciones de familiares y especialmente en el presente marco de un panorama hacia la Paz. He querido hacer este discurso en la forma de una carta a mi hermana desaparecida que estoy segura nos sonríe desde el cielo:

 

Querida Nydia Erika:

Han pasado 25 años desde que te llevaron y en este 25 Aniversario hemos ganado el Premio Franco Alemán de Derechos Humanos, nada más importante para honrar tu nombre, nada más alto para dignificar tu cuerpo maltratado de mil maneras en tu cautiverio.

Nada más útil para recordarle al mundo que han transcurrido 25 años de injusticia porque ningún responsable de quitarte la vida, de ocultarte como NN, de nuestro exilio por luchar por la verdad y la justicia del que hemos renacido, han sido llevados a la justicia.

 

Nada más trascendente, que recibir este premio –en medio de las negociaciones hacia la paz – que ojalá escriban una página en la memoria histórica para las nuevas generaciones, donde las víctimas sean los héroes y las heroínas y no sus victimarios.

 

La grave dimensión de las desapariciones forzadas en Colombia

 

El escenario de paz que hoy vivimos debería situar como prioridad los impactos desproporcionados sobre las mujeres y los niños que han dejado las desapariciones forzadas y dar cuenta de su persistencia en veredas y barrios pobres, donde nuestros jóvenes están expuestos por un cúmulo de vulnerabilidades, como ocurrió con Eyder Andrés Galindo el niño de 13 años, afrodescendiente, hijo de Ana Patricia aquí presente, desaparecido junto con otros 15 chicos del Barrio Gaviotas y llevados a campamentos de reclutamiento en Casanare en zonas inhóspitas donde probablemente están y ahora lo buscamos en las montañas del Casanare para devolverlo a su madre que lo ha esperado durante 7 años. Hemos ido 3 veces con la Fiscalía caminando nueve y doce horas por parajes selváticos, hemos esperado infructuosamente en Yopal que se destine un helicóptero para ir a rescatarlo junto con 20 niños, niñas y jóvenes, estamos tocando todas las puertas para que sea posible.

 

Nydia, en estos  25 años los campos y ciudades se han llenado de desaparecidos.  En 1987 cuando nos apartaron de ti se denunciaban 3.000 desaparecidos, esa cifra provocó una gran conmoción internacional. Hoy ya suman 18.632 víctimas oficialmente hasta agosto del 2012, 16.000 hombres,  4.000 mujeres y 1.800 niños y niñas de los que no se sabe si están vivos o muertos ni se conoce su paradero y aunque la cifra es alarmante pocos se conmueven, no es noticia, es invisible ante la opinión pública.  Las familias llevan solas esta carga a sus espaldas con todo lo que eso significa.

Sin medidas de muy alto alcance, las desapariciones forzadas nunca serán un asunto del pasado. Solamente entre agosto del 2010 y agosto del 2012 han sido registrados 480 nuevos casos, 4 desaparecidos forzados cada semana.

 

El camino hacia la Paz

 

Soñamos como todas las colombianas y todos los colombianos, una Paz estable y duradera, donde la reconciliación signifique enaltecer los derechos de las víctimas y “transformaciones profundas en la sociedad, no sobre la base de una ciénaga donde el olvido reemplace la memoria, la impunidad derrote a la justicia y la mentira reemplace a la verdad.”  (En palabras del Secretario de DH de Argentina, 2007)

 

No queremos una paz a la salvadoreña donde la Paz se negoció por afuera y por arriba, sin la participación de las víctimas, o a la guatemalteca donde fueron asesinados quienes ayudaron a las víctimas a reconstruir la verdad como Monseñor Gerardi, países donde el posconflicto heredó una herencia de gran impunidad y desbordamiento del crimen organizado y de la violencia contra la mujeres y las niñas como el sector poblacional más vulnerable de la sociedad. Las victimas aspiramos a ser sujetos de construcción de paz y a que el proceso de Paz que ha iniciado sea una oportunidad para fortalecerlas como sujetos con dignidad y derechos y para hacer conciencia que hay derechos que son innegociables según el derecho internacional.

La justicia transicional es un mecanismo para buscar la paz, pero no al precio de sacrificar la verdad o a Justicia cuando se trata de violaciones de derechos humanos o del derecho internacional humanitario sean cometidas por agentes del Estado, paramilitares o grupos subversivos.

 

Nydia : Desde que te llevaron la vida cambió rotundamente. Tu hijo huérfano se convirtió en poeta,  tu sobrina favorita en la abogada de tu caso, Rosa y Soraya son  trabajadoras sociales y Catalina abogada de apoyo.  Ellas junto al equipo de trabajo acompañan cada día a nuevas familias y mujeres familiares líderes que se suman a no cruzarse de brazos, aunque vivan una grave situación humanitaria.

 

Acompañan a las madres de las mujeres desaparecidas y vulneradas sexualmente, a mujeres como Maria Resfa a recuperar los restos torturados de su hijo después de 9 años de estar desaparecido.  Acompañan a mujeres como Norma quien recién ha tenido su bebé de 3 años hospitalizada entre la vida y la muerte con una meningitis adquirida luego de la desaparición de su padre en el Meta y de su desplazamiento forzado a Bogotá por amenazas, donde en un gran abandono humanitario durante 10 meses, desnutrida y sin acceso a un jardín infantil, ha dormido cada noche con su madre sobre una estera, en una helada habitación.

 

Al recibir este premio extendemos un abrazo a todas las organizaciones de familiares de  víctimas; de derechos humanos, forenses y de atención psicosocial que han sido nuestro bastón. Ha valido la pena convertirnos de objetos de la violencia en sujetos de derechos, ha valido la pena trabajar juntas para evidenciar que hay una deuda histórica ineludible con los desaparecidos y que estamos dejando huella a través de los logros como las leyes aprobadas a favor de los desaparecidos donde hemos tenido una incidencia concreta para todos y no solo para los nuestros.

 

Colombia debería ser consciente que hemos convertido el sufrimiento  no en odio, ni en resignación,  sino en lucha por la dignidad, y que justamente  nuestra contribución a la Paz, ha sido transformar ese dolor, trabajar desde el corazón, no desde la ideología, pero sí con mucha convicción social de que el camino correcto es soñar y trabajar por una Colombia sin desaparecidos y sin niños y niñas huérfanos y por el derecho de los padres, madres y familiares de las víctimas a tener una respuesta justa sobre sus seres queridos.

 

Muchas gracias.