Mujeres desaparecidas

Durante el año 2010, los esfuerzos centr

De todos esos casos, no se sabe cuántos constituyen desapariciones forzadas. La pregunta que nos ha guiado todo este tiempo es: Cuál es el lugar que ocupan las mujeres desaparecidas en la lucha contra la violencia hacia la mujer, en la lucha por los derechos humanos y el derecho internacional humanitario?

Una respuesta honesta, es que no hemos construido un lugar para ellas, las hemos dejado solas con su dolor, no hemos hecho lo suficiente, tal vez por andar ocupados con tantas otras víctimas, o quizá porque no vemos que existen. Para estas mujeres la justicia no llega, ni tarde, aunque pasen los años. Su derecho al buen nombre y a la honra no ha sido dignificado como corresponde con víctimas de auténticos crímenes atroces, por ello, los calificativos de “guerrilleras” en los casos en que no lo eran, pero que sirvieron para perseguirlas, o de “traidoras” por el que fueron torturadas o vulneradas en su integridad física y sexual, pocas veces se constituyen judicialmente en elementos de crímenes de lesa humanidad o de crímenes de guerra.

El caso de Nydia Erika Bautista es un claro ejemplo de esa impunidad secular, a 22 años de los hechos y conociendo la administración de justicia los autores, todos están libres y la “investigación preliminar” paralizada, la violencia sexual sufrida por ella jamás fue investigada, la “justicia” ha permanecido ajena. Nadie, excepto la familia, reclamó por ella.

El caso de las niñas Galarraga, ocurrido en La Dorada, Putumayo, es otro de ellos. En las siguientes páginas contamos su historia.

Bogotá, Septiembre 2010.