Cometas en el cielo

“La abuelita puede volar”, grita la pequeña Valentina* que corre tras su cometa, que lleva estampado el rostro de una mujer joven, su abuela Nydia Erika Bautista. La cometa se levanta, vuela y se cae varias veces hasta que se rompe y toca pegarla con una cinta gruesa para levantarla nuevamente. Al lado de Valentina, corren otras mujeres y hombres también con cometas que llevan rostros impresos que vuelan en el cielo soleado, son rostros de personas que se llevaron, torturaron y desaparecieron, en medio de las luchas sociales de hace treinta años. Las cometas juegan entre las nubes blancas y los rostros flotantes recuerdan a las víctimas.

IMG_3264

IMG_3294

Este ambiente alegre contrasta con el acto simbólico, que unas horas antes, conmemoró  los treinta años de la desaparición forzada de Nydia Erika Bautista,  la abuela de Valentina. En ese acto mujeres de todas las edades llevaron flores adornando sus cabezas y que representaban a las nuevas generaciones. Una de ellas me saludó con afecto mostrándome un cuaderno con fotografías de su hijo, también desaparecido.

El hombre joven que dio inicio a la conmemoración fue Erik, padre de Valentina e hijo de Nydia, que regresó a Colombia y estuvo exiliado tres veces por las amenazas constantes que recibió. “Este día me va a costar muchísimo”, dijo con un tono en la voz que reflejaba una mezcla de dolor, fuerza, desesperación y esperanza, y que continuaba con el relato de la historia de su madre, que marcó su vida y la de todas las personas de la familia Bautista para siempre.

Nydia nació de un amor que comenzó en un hospital en la época de La Violencia, en los años cincuenta, cuando su padre que llegó herido con 18 balazos por ser liberal, se enamoró de la enfermera que curó sus heridas, con quién se casó y tuvo dos hijas, Nydia y Yanette, que crecieron en medio de la violencia política.

Nydia Erika Bautista FNEB
Nydia Erika Bautista

Desde pequeña Nydia quería hacer un cambio social para ayudar a la gente. Al terminar sus estudios de sociología y economía, decidió ingresar al Movimiento guerrillero 19 de Abril (M-19). En 1986 fue detenida por efectivos militares de la Brigada III del Ejército durante dos semanas y allí, bajo tortura, hizo una declaración de su puño y letra en donde confesó su vinculación al M-19[1]. Posteriormente fue liberada, pero el 30 de agosto de 1987 fue desaparecida; pasó justo el día de la primera comunión de su hijo Erik y de su sobrina, que jugaban en la calle cuando hombres armados, vestidos de civil, se la llevaron a la fuerza en un auto que aceleró a gran velocidad, y ese fue el último día que la vieron. Su hermana Yanette desde ese momento dejó su trabajo y comenzó a buscarla, a buscar a los responsables, a buscar justicia.

Pasaron tres largos años hasta que hallaron los restos de Nydia y su vestido blanco, el mismo que llevaba puesto ese día.  Según los indicios, en su cautiverio sufrió tortura y violencia sexual, antes de ser ejecutada y desaparecida. Después de treinta años  y a pesar de testimonios, la detención de suboficiales del ejército, y la destitución de un general, nadie ha sido condenado, el caso quedó en total impunidad.

30 años después, durante la conmemoración de la desaparición de Nydia,  son muchas las mujeres que llevan décadas esperando que aparezcan los cuerpos de sus hijos, hijas y esposos, y se haga justicia para poder dormir tranquilas nuevamente. Las miradas de los hombres y mujeres desaparecidos, estampadas en las cometas, también están en retablos y fotos enmarcadas. Las mujeres con sus flores en el pelo, suben y bajan del escenario y sus relatos marean, causan estupor. Tanta crueldad, ¿cómo vivir con tanto dolor? Estas mujeres han vivido demasiado.

Nancy del Putumayo cuenta como torturaron y violaron a sus cuatro hermanas. En el auditorio las mujeres se pasan los pañuelos para secarse las lágrimas que caen en silencio sobre sus mejillas de piel arrugada, quemadas por los soles del campo. Ahora es el turno de Alejandra que camina despacio hacía Erik, quien continua de pie en el escenario. “Llevo 21 años buscando a mi hija; en algún sitio tiene que estar”, mira al público con el anhelo de recibir una respuesta. “Uno cree que con el tiempo se van sanando las heridas del corazón pero son tan profundas que es una cosa aberrante”, manifiesta Erik, quizás intentando dar sentido a tanto dolor.

Las mujeres presentes en el acto tienen puestas sus esperanzas en encontrar por lo menos los cuerpos de sus seres queridos. Se espera que la nueva “Unidad de búsqueda de Personas dadas por desaparecidas en el marco del conflicto”, que está a punto de crearse como resultado de los Acuerdos de Paz entre la guerrilla de las Farc y el Gobierno, entre en funcionamiento el año entrante y por veinte años; pero falta aun que el nuevo decreto-ley 589 de 2017, que la crea, sea revisado y aprobado por la Corte Constitucional.  La idea es que sea una unidad más eficiente que los mecanismos anteriores, con autonomía para trabajar en todas las etapas que puedan llevar a encontrar a las personas desaparecidas y los familiares pueden hacer parte de esta búsqueda.

Según registros del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1970 y 2015 desaparecieron forzadamente 60.630 personas en Colombia; y en el 92% de los casos las familias siguen esperando la verdad sobre el paradero de sus seres queridos[2], esos mismos rostros que vuelan en las cometas en este día de conmemoración de las víctimas.

IMG_3565

Nydia Erika Bautista

Erik

Bianca Bauer

Fotos: PBI. Fuente.


Notas de pie:

*Nombre cambiado por razones de protección

[1] Sin Olvido: Nydia Erika Bautista, 30 de agosto de 2012
[2] Centro Nacional de Memoria Histórica: Lanzamiento de informe nacional de desaparición forzada, 15 de noviembre de 2016; El Espectador: El drama de los desaparecidos tras la firma del Acuerdo: ¿Hasta cuándo buscar a los desaparecidos?, 8 de marzo de 2017